Pianissimo

Hay una diosa que decide sobre los vivos, dónde y cómo viven, dónde y cómo mueren. Se llama Fortuna. Soy ateo al respecto de todos los dioses menos cuando se trata de ella. ¿Por qué nací en este cuerpo? ¿Por qué en esta época, en esta situación? Sólo Fortuna lo sabe. A mi hermano le tocó un cuerpo, una época y una situación que le apagaron los ojos pronto, muy pronto.

Hace un tiempo empecé a escribir obituarios, más para recordarme que la vida es frágil, para recordarme lo afortunado de estar rodeado de ciertas personas, de su amor. También para poder expresar mi admiración. A él no le escribí, quizás porque parecía absurdo, quizás porque no quería pensar en su partida. Hoy lo hago.

El poeta lo decía como si le pasara de vez en cuando, a mi me pasa hoy. Esta noche caigo en un silencio tan profundo que escucho hasta el latir de mis arterias. Pum, pum, pum se me mueve el cuerpo con la vida que él ya no tiene. Porque como dice otro poeta, que por doler, me duele hasta el aliento.

La amistad es un alma que habita en dos cuerpos. Ojalá Benkos y todas las personas del mundo encuentren a su Reyitos. Seguro, segurísimo, que habría un mundo mejor. Me encantaba mi amistad con él. Hablábamos de pendejadas, trascendencias y cualquier cosa que se me ocurriera o a él. Me gusta pensar que teníamos ese grado de confianza que se encuentra solo en los espejos. Siento que es cierto que la felicidad a veces se viste de amistad.

Mi amigo, mi hermano, como dijo otro poeta, no eras distinto a mí, ni eras lo mismo; y eso es algo muy especial. Me salvabas la vida todos los días en un chat, ¿quién lo diría? Otro poeta dijo: esperaba de mi vida una tragedia pero se me atravesaron los amigos. No soy tan trágico, pero definitivamente soy afortunado de que te me atravesaras.

Cuánto diera por oírte respirar, por escucharte, por verte. No quiero pensar ahora mi futuro sin vos. Quiero creer que los dos chulitos azules estarán cuando revise de nuevo el celular. Que estarás ahí y que podamos creer de nuevo que la vida no es una broma cruel entre dos nadas.

Ya no estás y la realidad me azota. Pero sé que eras tan vivo y tan gracioso que no me acordaba de ver si eras hermoso. Hoy lloro tu hermosura, tu calidez, tu hermandad. Eras y serás mi imagen del hombre nuevo, ese hombre que nos alumbra con su escucha y su atención el camino a muchos. Ojalá Benkos tenga algo de tu alma.

Adiós mi amigo, mi hermano, mi alma gemela. Perdoname la incoherencia, el desorden, pero supongo que el dolor es así, como en el pecho una jaula y en ella un pájaro… Hasta otro día.

Adiós.