“No se puede explicar nada de la historia, ni siquiera de la historia el arte, por un amor al arte.” John Berger, 1972

Los años 70’s me resultan una década muy estimulante, pues se dieron muchos debates académicos que nos siguen alimentando, mucha militancia de distinta índole que nos sigue orientando y muchas expresiones artísticas que nos siguen iluminando. Dentro de todo ese estimulante cuadro quiero hoy hablar sobre un producto audiovisual que surge de un diálogo múltiple, altamente provechoso, entre el psicoanálisis, el marxismo, el feminismo y el arte.
Se trata de una serie documental que la encuentran en Youtube con el título de “Ways of seeing” de John Berger. En 1972 se estrena esta producción audiovisual que consta de cuatro capítulos, cada uno de aproximadamente media hora. En ellos, el presentador y narrador, se cuestiona por las formas de ver el arte pictórico de Europa entre los años 1400 y 1900, específicamente sobre la tradición de la pintura al óleo y el impacto de aquella tradición del mirar hasta nuestros días. En otras palabras, se plantea una crítica a ciertos discursos, a una tradición que, muchos años después, sigue estando casi intacta.
En el primer capítulo analiza cómo las obras de arte pictórica, gracias a la reproductibilidad mecánica o tecnológica, adquieren otras características. La Gioconda, por ejemplo, la vemos con la facilidad de internet, la vemos además estampada en camisetas, impresa en comerciales, digitalizada en memes, etc. y etc. Y esa vida de la obra es diferente a la de sólo poder verla en determinado momento y lugar. ¿Qué impacto tiene entonces para la pintura y para nosotros como espectadores que existan estas otras prácticas, qué cambia? En el segundo capítulo indaga sobre la figura femenina abordada en las obras pictóricas en esa tradición europea y cómo se instalan en esa práctica unas formas específicas de ver el cuerpo femenino, de asignar roles sociales a la mujer. ¿Se cosifica el cuerpo de la mujer desde la pintura al óleo de la tradición europea? En el tercer capítulo reflexiona sobre el objeto, la cosa y el perfeccionamiento técnico de esa tradición europea de la pintura para registrar las texturas, las superficies, los matices del objeto material. ¿Qué lugar tienen los objetos y su valoración en aquella tradición de la pintura al óleo? Finalmente, en el cuarto capítulo, revisa cómo aquellas prácticas del mirar y del hacer imágenes influencian la forma que se tiene para hacer y ver las imágenes urbanas, los comerciales y la propaganda. ¿Cuáles formas actuales de ver provienen de aquella tradición?
El documental trata todas esas preguntas. Además, aborda con maestría un debate muy activo en su momento y en parte activo también en nuestros días sobre cómo definir, como cruzar y cómo practicar las categorías de género, clase e inconsciente en las formas de ver en general y en el arte en particular. Sin embargo, considero que el mayor desarrollo logrado por la serie tiene que ver con las categorías del marxismo setentero. El materialismo histórico tal y como lo presenta la serie (de manera sutil) resulta una herramienta fundamental para volver a la tradición pictórica europea y ver en ella formas que impactan en nuestras representaciones diarias y cómo ello nos configura formas de ver específicas.
La perspectiva del materialismo histórico permite revisitar esa época desde un ángulo diferente. Nos permite concentrarnos en la práctica pictórica y notar ahí intereses de clase particulares, no sólo en su comercialización o su valoración sino incluso en la producción de una técnica particular. Así, notamos que la posesión y exhibición de ciertos objetos, en determinados lugares hacían, creaban, producían al lugar mismo y a su poseedor. Es decir, la pintura al óleo europea de aquella tradición le permitió a una élite burguesa exhibir sus propiedades privadas: sus terrenos, sus objetos, sus rutinas, vestimentas, etc. y consolidar así su lugar social. En últimas, con esta perspectiva no se pierde de vista en ningún momento la categoría de clase social y de las condiciones materiales de producción del sentido.
En esa revisión, además, podemos comprender parte del proceso de cosificación de la mujer: el cuerpo de la mujer convertido en objeto al servicio de un consumo visual específico. También nos ayuda a entender cómo o por qué una clase social se concentra tanto en los objetos, los lugares, su posesión privada y la exhibición de aquella posesión. El cuerpo de la mujer representado como objeto a exhibir tiene entonces una historia específica en la que la pintura al óleo tiene un rol fundamental.
Pero para que las condiciones de producción de ciertas prácticas, de ciertos discursos se reproduzcan, se repitan incesantemente, es necesario no sólo unas condiciones materiales específicas sino también condiciones que conduzcan al deseo. Es decir, no sólo se requiere que ciertas condiciones se puedan reproducir a nivel material sino que se deseen reproducir. La orientación del deseo resulta fundamental: la reproducción de las condiciones de producción necesita del deseo para que la maquinaria del sentido cobre fuerza y significancia. Aquí el psicoanálisis, en el debate setentero, dio algunas luces.
La técnica para alcanzar cierto realismo en las formas, en las texturas, en su tangibilidad, solidez y peso nos orienta sobre lo deseable, cuándo desearlo y cómo. Escenarios naturales y arquitectónicos, el cuerpo de la mujer y objetos que se enaltecen como prestigiosos, se conducen como deseables, especialmente en su posesión, uso o consumo. Prácticas del mirar que además impactan en nuestra actualidad del marketing, del producir propaganda, de exhibir el cuerpo, de producir y concebir un arte.
Todas estas perspectivas, de muy provechoso estímulo intelectual y militante, logran confluir y sintetizar muchos diálogos de los 70’s en el documental. Todo ello me resulta muy nutritivo para pensar procesos actuales y revisar prácticas del mirar y del exhibir que ahora, quizás mucho más que en los 70’s, impregnan nuestro diario mirar en pantallas.
