Guillermo Villegas Rivera / guillermobuga@gmail.com

“Vendaval sin rumbo /que te llevas tantas cosas /de este mundo,/llévate la angustia /que produce mi dolor/que es tan profundo”  José Dolores Sotolongo Quiñones, bolero interpretado por Javier Solis.

En mi juventud, en la universidad uno iba a la biblioteca. Buscaba en los ficheros los libros que pudieran servir para el trabajo -ensayo le dicen hoy- pendiente, se iba a una mesa en la que regaba tres o cuatro libros, sacaba uno el cuaderno e iba haciendo resúmenes y en algunos casos transcripciones de páginas enteras pues las fotocopias eran caras. Después de tres o cuatro tardes en la biblioteca, empezaba uno a escribir el borrador del trabajo que revisaba una y otra vez hasta tener una versión final escrita a mano para ponerse de chuzografo en la máquina de escribir. Este era un proceso largo, muy cuidadoso para que la mecanografiada fuera sin errores, impecable.

Años después hice un postgrado y trabajé de manera distinta. No solo eran los libros que tenia a mi disposición. Era la posibilidad de buscar en Google y los retos eran distintos: filtrar entre miles de páginas cuáles eran de calidad, usar el “copia y pega” más que hacer resúmenes o cuadros sinópticos. Ir escribiendo en Word las ideas que se me iban ocurriendo. Poder borrar una frase o acomodarla en otro lugar. En pocas palabras: tuve que aprender a leer y escribir de nuevo, realizar unos procesos mentales distintos a los habituales para -más que producir- ensamblar un texto.

He disfrutado las tic. El leer periódicos y revistas de todo el mundo, el acceder a escritos que no tendría oportunidad de conocer si solo dependiéramos de lo impreso. Además, poco a poco fueron llegando muchas cosas: las aplicaciones de música y cine, las videollamadas, los procesadores de escritura y el excell y bueno, las impresoras que aún nos desesperan.

La historia ha fijado la historia de la humanidad en dos grandes períodos: Antes y Después de Cristo. En mi historia personal mis dos periodos eran: Antes de Internet – Después de Internet.

Ahora todo cambió: Antes y después de la pandemia serán nuestros marcadores históricos.

¿Seremos mejores o ratificaremos lo que dice el tango: Que el mundo fue y será/Una porquería, ya lo sé/ En el quinientos seis /Y en el dos mil, también?