En las últimas semanas, de nuevo, ha tomado relevancia la discusión sobre el fracking en Colombia. Lo anterior, en virtud de la Resolución número 40185 de 2020 emitida por el Ministerio de Minas y Energía, donde se establecen «los lineamientos técnicos para el desarrollo de Proyectos Pilotos de Investigación Integral (PPII) en yacimientos no convencionales (YNC)».
La discusión sobre la explotación de este tipo de yacimientos, específicamente en algunas regiones del territorio colombiano como el Magdalena Medio, se ha venido dando entre los diferentes sectores involucrados. Por un lado, el gobierno, como rector de la política de desarrollo, considera este asunto prioritario, y en función de las recomendaciones de una comisión interdisciplinaria independiente, definió la reglamentación para ejecutar pilotos que permitan hacer los estudios y análisis correspondientes y así, como menciona la resolución, «tomar decisiones sobre la producción comercial mediante esta técnica». De otro lado, están las organizaciones ambientalistas, levantado su voz en contra de esta técnica extractiva, de la mano con las poblaciones donde es probable se realicen los pilotos para este tipo de yacimientos. En este proceso se han emitido argumentos técnicos, sociales, ambientales, económicos y fiscales, en favor o en contra, de la explotación de estas acumulaciones de aceite y gas no convencionales. Personalmente, considero que es necesario la cautela y revisión de las condiciones de aplicación de esta técnica.
Sobre la aplicación o no del fracking es pertinente y valioso seguir con la revisión técnica, ambiental, social y económica, donde todos los actores tengan igual participación. Sin embargo, mientras este proceso continúa a nivel país, esta discusión sobre el fracturamiento hidráulico en YNC que, en resumidas cuentas, recae sobre la industria petrolera, nos hace perder de vista asuntos importantes que también merecen igual atención. Considero que el fracking se ha convertido en una cortina de humo, que oculta y distrae a la población colombiana la problemática ambiental, la cual está compuesta, como la Hidra de Lerna, de muchas cabezas y no solo por una única cabeza asociada a la extracción de hidrocarburos. Actualmente, por causa del fracking y su justificado alboroto nacional, hay otros asuntos ambientales que pasan de agache.

Paralelo al debate particular del fracking, debemos plantear un diálogo sobre cada una de las cabezas de la Hidra de Lerna que componen la discusión ambiental en el territorio nacional. Todos los problemas ambientales del país no tienen el mismo impacto mediático, y por esa razón, muchos de estos pasan desapercibidos para la mayoría de los colombianos. No se puede negar que la minería (legal o ilegal) tiene impacto en el medio ambiente, y tampoco se puede ocultar la responsabilidad de la industria del petróleo, por la evidencia de más de 100 años de existencia, pero no es correcto considerar que todos estos problemas se deben únicamente a esta industria. Como en el juego de la pirinola, en la discusión ambiental, ¡todos ponen!

Sin duda no existe algo más impactante que observar los videos o fotografías de un río invadido por manchas de petróleo y cientos de peces muertos en sus orillas; en comparación, con las imágenes de una plantación de arroz en el Casanare, o un valle interandino cultivado con caña de azúcar plantada en hermosos arreglos geométricos, o vacas de mirada tierna y parsimonioso rumiar, pastando plácidamente en cientos de hectáreas con pastos de brillantes tonalidades de verde.
Esa percepción de que todo lo que es verde o que camine en cuatro patas y ojalá gordito, es natural y amigable con el ambiente, genera que el identificar los problemas ambientales en Colombia no sea objetivo. No está de menos hacer una breve revisión de algunas de esas cabezas que representan los problemas ambientales en Colombia:
- Empecemos por las tiernas vacas. La ganadería hace un uso extensivo y poco eficiente de la tierra, tiene efectos graves por la deforestación generada para la ampliación del área de pastoreo y el consumo de agua requerido en cada kilogramo de carne producido. Lo anterior, sin mencionar los problemas sociales conexos a la acumulación de la tierra exclusivamente para esta actividad.
- Cuando felices endulzamos el café con el azúcar de la caña de nuestros valles, no percibimos que, por causa del monocultivo, la tierra viene perdiendo fertilidad, sin contar de nuevo, el uso intensivo del agua y de agroquímicos —como el glifosato para acelerar la maduración— que contamina el preciado líquido. Además, de la historia de sangre que ha tenido esta industria, por ejemplo, en el Valle de Cauca.
- Para producir el delicioso arroz que comemos al almuerzo, se emplean grandes volúmenes de agua y una cantidad importante de agroquímicos, que terminan en quebradas y ríos.
- El aceite de palma se usa en la industria de los alimentos y como biocombustible. Debido al prefijo «bio», se crea en el imaginario de las personas, que este producto es bueno por ser de origen vegetal y no contamina el ambiente; pero lo que esconde ese prefijo es que en Colombia este cultivo (y en el mundo) utiliza grandes cantidades de agua, genera efectos negativos en los ecosistemas y, como una constante, serios problemas sociales como desplazamiento de personas.
- Otras actividades que también afectan el medio ambiente, que a simple vista no parecen tan graves, son: el cultivo de papa y la ganadería en los páramos (ver Páramos peludos); la industria piscícola que usa hormonas que acaban en los ríos; y sin ir muy lejos, en mi querida Buga, la industria avícola contamina el aire y los bugueños terminan oliendo los gases nauseabundos de la sumatoria de miles de pequeños bollitos de pollo que están en los galpones al sur de la ciudad.
En conclusión, todas las actividades arriba mencionadas y otras tantas, deben ser incluidas en la discusión de la problemática ambiental, en particular, en el uso y preservación del agua. No es válido decir que una actividad impacta menos que otra, pues al final cada uno de nosotros comparte una responsabilidad con el entorno en que vivimos. Como en el juego de la pirinola ¡Todos ponen!
Fotografías
Ganado vacuno raza Cebú:https://www.shutterstock.com/es/image-photo/cattle-meat-production-pasture-sao-paulo-703016599
Cultivo de caña de azúcar: https://www.energias-renovables.com/biocarburantes/la-prensa-brasilena-afirma-que-abengoa-vende
Cultivo de palma de aceite: https://rutasdelconflicto.com/especiales/acuatenientes/murgas.html
Derrame en el río Mira: https://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16624079
Cultivo de arroz: http://cultivodearrozoryzasativa.blogspot.com/2012/08/requerimientosagro-ecologicos-para-el.html
Gracias Manu.
🙈
Solo me falta trabajar con arroz y quedó listo mi aporte a la media docena de factores que enuncias, dentro del gran universo de creaciones nuestras, con evidente impacto ambiental como lo es nuestra propia existencia.
Y aunque no trabajo poniendo piñas al tubo, en el Mira tocó participar en una limpieza porque o sino…. Chao cultivo, luego llegó la pc (pudrición de cogollo), pero eso es otra historia.
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Hola Mauro,
El problema no es que las personas trabajen o hayan trabajado en alguna de las actividades arriba mencionadas. El asunto es, adicional a la minería y a la industria del petróleo, hay otros temas críticos. Quiero visibilizar que cosas «verdes» también pueden ser perjudiciales y más si son masivas. De alguna manera, todo debe converger en políticas adecuadas para manejar estos asuntos.
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