
Yo comprendo esta cascada de ataques al nuevo candidato presidencial. Hace unos días Alejandro Gaviria anunció su aspiración y desató un terremoto político y una tormenta en las redes. Muchos celebramos esa decisión, pero también desencadenó una agria reacción en estados, tuits y videos con acusaciones y ataques a su persona y a su trayectoria. En las múltiples publicaciones denuncian que es un hombre blanco cisgénero heterosexual y muy privilegiado, lo cual lo hace ya bastante sospechoso. Además, era el rector de la universidad más elitista del país y su trabajo en los gobiernos neoliberales de Santos y Uribe lo muestran como un tecnócrata cruel y despiadado, una mierda. Existe una crispación en el ambiente político y un profundo cansancio con el régimen que nos gobierna y es comprensible que se vea la candidatura de Alejandro Gaviria como una carta desesperada del status quo por perpetuarse, es una cara nueva, un tipo afable con un discurso vendible. En un momento en que queremos cambiarlo todo, resulta odioso alguien que lo impida y en su lugar haga solo mínimas transformaciones.
Sin embargo, considero que la candidatura de Alejandro Gaviria es una buena noticia para el país. Yo recuerdo que hace muchos años mi querido amigo Juan Francisco Muñoz me sugirió leer una entrada del blog del ahora candidato. Inmediatamente me dio infinita pereza porque pensé, en mi juvenil radicalismo, que el decano de economía de la universidad más elitista del país no podía tener un lugar de enunciación válido para analizar las problemáticas ajenas al Jet Set bogotano. Como siempre he tenido a Juan Francisco en el mejor de los conceptos, me tomé el trabajo de leer la entrada y me pareció, muy a mi pesar, lúcida y reveladora. Lo he seguido leyendo y disfruté mucho leer: “Alguien tiene que llevar la contraria”. Me siento identificado en parte con ese liberalismo escéptico, con esa trágica idea de que el Estado no puede resolver todos los problemas de la vida social, con ese pragmatismo en ocasiones odioso. Es una buena noticia tener a una figura capaz de escribir sus propios planteamientos, de dar sus propios debates, a una figura que no se deja arrastrar fácilmente por los lugares comunes y las ideas fijadas.
Gaviria plantea algo central y es la conciencia de las limitaciones que tienen los Estados a la hora de impactar la vida de los ciudadanos y de las precauciones que se deben tomar para evitar que unas iniciativas bien intencionadas, pero mal estructuradas terminen haciendo más mal que bien. Tenemos que trazarnos metas alcanzables, lamentablemente el país que soñamos está muy lejos. Tenemos que poner los pies en la tierra y caminar en dirección a la utopía un paso a la vez. Antes de lanzarnos a hacer transformaciones de fondo podría ser conveniente reconstituir el estado social de derecho y recuperar, al menos en parte, la confianza ciudadana en las instituciones.
Aunque sigo pensando que la mejor opción actual es Gustavo Petro, veo con buenos ojos las alternativas. Francia Márquez me parece estupenda, por ejemplo. En un escenario tan complejo como en el que estamos, siempre es bueno tener opciones. El mapa del poder en el país no es para mí muy claro, pero grosso modo, puedo inferir que hay un entramado del poder que aglutina actores de las economías legales e ilegales, medios de comunicación, políticos tradicionales y fuerzas militares. Es por esto que creo insuficiente para las fuerzas que aspiran a transformar el país, conquistar únicamente la presidencia de la república, más potente si se quiere sería lograr mayorías en el congreso.
Conquistar el legislativo es perentorio porque le permitiría a un presidente como Gustavo Petro agilizar la implementación de reformas necesarias para disminuir la desigualdad y hacer un país más justo. También sería una salvaguarda en el caso de que la presidencia quede en manos de los de siempre, ya vimos lo que pasó en el caso de las mociones de censura en esta legislatura. Un senado progresista les podría ajustar las tuercas y ponerlos a marchar.
No lograr las mayorías en senado y cámara sería muy problemático. Si las fuerzas progresistas se hacen con la presidencia tendrían la oposición del senado, los entes de control, los militares, algunos empresarios y de los medios de comunicación, actores todos poderosos, algunos elegidos y otros poders fácticos que no tendrán escrúpulos con tal de seguir desangrando el erario y gozando de impunidad. Creo que es peor para el país tener un excelente presidente con poca gobernabilidad debido a una fuerte oposición en los ámbitos político, mediático, económico y militar que tener un presidente más cercano a las élites, que procure reformas menos audaces pero que tenga mucha más gobernabilidad.
Alejandro Gaviria me parece una alternativa atractiva si la política tradicional mantiene el control del legislativo. No creo que proponga hacer grandes transformaciones, aunque ojalá me equivoque, pero puede recuperar parte de la confianza en las instituciones y cierto decoro republicano. Es un liberal que está a favor de la despenalización del consumo de estupefacientes, es un completo opositor de la erradicación de coca con glifosato (siendo ministro logró suspenderla), además está a favor del laicismo en el Estado, de los derechos reproductivos de las mujeres, y sin duda le dará un nuevo aire al proceso de Paz. Es un hombre intelectualmente honesto que tiene cosas por aportarle a la vida nacional, creo que lapidarlo de entrada es un error. No es un enemigo. Para disputarle el poder a las mafias es perentorio el entendimiento entre las diversas miradas de la situación. No es arremetiendo contra todo lo que no sea mi candidatura preferida que vamos a crear un ambiente propicio para derrotar a esta cáfila de miserables que gobierna.
El diseño de la ley electoral hace muy difícil que un solo movimiento logre una mayoría absoluta en el senado, la cifra repartidora, que no me detendré a explicar aquí, está hecha para garantizar pluralidad en la asignación de los escaños. Es por esto que se necesitan varias listas fuertes desde los movimientos alternativos, la lista del Pacto Histórico está muy bien, pero sin duda necesitamos más listas con un gordo caudal electoral para lograr mayorías.
Tanto Petro como Gaviria proponen futuros, el primero apuesta por transformaciones más estructurales, el segundo a reconducir el estado actual de las cosas, los dos son necesarios. Petro tiene una gran cantidad de votos ya conseguidos, pero también le resulta muy difícil conseguir nuevos votos, tiene una alta percepción negativa y eso limita su crecimiento. Es más, mucha gente le tiene pavor a un gobierno de Petro y saldrá en segunda vuelta a votar en su contra, y aunque no nos guste, lo debemos asumir. Gaviria tiene muy pocos votos, pero tiene un potencial enorme, tal vez necesitemos de eso y más para empezar a enderezar el rumbo y las descalificaciones viperinas, aunque entendibles, creo que son inconvenientes.
Mi voto a las presidenciales se decidirá en las legislativas, si las fuerzas progresistas que irrumpen con fuerza logran las mayorías me voy en primera vuelta con Petro, de lo contrario consideraré la opción de Alejandro Gaviria, siempre y cuando se rodee de gente respetable y plantee cosas razonables. Dense la oportunidad de leerlo, no como quien lee a un evangelista o a un iluminado, sino como a un hombre que reflexiona, que piensa y que, como nosotros, quiere lo mejor para este país, les dejo un enlace a un artículo de A. Gaviria del 2012 llamado Cambio social en Colombia durante la segunda mitad del siglo XX
Adenda: Si hay una consulta de precandidatos en el Pacto Histórico mi voto será por Francia Márquez, veo en su candidatura muchas oportunidades de transformación, veo a una persona inspiradora, veo a una candidata que, aunque no tiene el reconocimiento de Petro, tampoco carga con la animadversión cerrada de un sector de la población y puede ser una muy buena opción para una segunda vuelta.
