el 30 de agosto se conmemora el Día Internacional del Detenido Desaparecido. En el marco de una iniciativa de FEDEFAM (Federación Latinoamericana de Asociaciones de Familiares de Detenidos-Desaparecidos) «Esta fecha constituye un aporte al fortalecimiento de la conciencia mundial sobre la persistencia de la práctica de la desaparición forzada de personas -catalogado como crimen de lesa humanidad por la OEA y la ONU» como expresa Guillermo Schefer.

Argentina es un país de siglas,  Pj, PRO, DNI; un estado lleno de burocracia, donde debes sacar tu CUIT o CUIL, no me pidan definirlas ahora, me parece más interesante que se conserve el misterio. La ciudad donde se habita se llama CABA; también es una ciudad de apócopes, el transporte se acorta a Subte y la Universidad es Facu.

En el año 2018 tuve la oportunidad de visitar la antigua ESMA, la Escuela de Mecánica de la Armada Argentina, un lugar que entre 1976 y 1978, fue lugar de torturas y retenciones ilegales. A propósito de éste día donde se conmemoran a las personas que fueran desaparecidas o se les intentó borrar de la historia. En ésta oportunidad la experiencia se dio mediada por «La visita de la Cinco» un espacio del Museo Sitio de Memoria ESMA, donde se recuerdan personas o se difunden experiencias en el campo de la memoria relacionadas a éste lugar.

Escuela de Mecánica de la Armada. Memorial a lxs 30 mil detenidxs desaparecidxs.

Las personas se agolpan a la entrada del casino de oficiales, rostros que reflejan distintas edades, voces que tienen acentos de distintas latitudes. Adelante, las actrices que representarían a las monjas caídas durante la dictadura cívico militar del país austral. En ese día se recuerdan a «las 12 de la Santacruz». En 1977, la iglesia de la Santa Cruz en Buenos Aires, fue un lugar donde se congregaban personas quienes tenían familiares desaparecidos, la comunidad fue infiltrada por Alfredo Ignacio Astiz, un oficial de la marina, conocido como «El ángel» y quien desapareció a 10 personas que buscaban a sus familiares, además de dos religiosas de la comunidad.

En primera fila, los pañuelos blancos, las Madres de Plaza de mayo observan, mientras se explica la dinámica de la visita; en cada sector del opulento edificio se haría un acto simbólico, donde una actriz representaría en homenaje a cada una de las mujeres desaparecidas, las cuales hacían parte del llamado «Grupo de la Santa Cruz»: hoy volverían y nos contarían un poco de sus vidas. La desaparición de éstas personas tenía como objetivo destruir el naciente movimiento de madres quienes iniciaban a juntarse, a indagar por sus seres queridos y posteriormente dar a conocer la situación de violación de derechos humanos, a través de protestas en la Plaza de Mayo o incluso ante la prensa internacional.

Los fragmentos de la película «La Casa de los Lápices» en VHS (otra sigla), no logra transmitir la humedad presente en las paredes que se estrechan y cortan por escaleras o habitaciones y el aire denso que habita en el edificio. Los sollozos constantes entre los visitantes, interrumpidos por un aplauso en otra sala, dan a entender que una representación terminó, y así el flujo de personas siguen recorriendo el lugar. Siempre se nos deja en claro que no debemos tocar nada, todo paso debe ser con cuidado. La edificación, y todo lo que en ella está, es aún un lugar de investigación y prueba para los juicios que se llevan a cabo donde se juzgan miembros militares de la Escuela de Mecánica de la Armada; todo esto por crímenes de lesa humanidad.

Algunos se adelantan en el recorrido y deben esperar mientras las demás personas llegan hasta ellos, son momentos de silenciosa reflexión. En otro lugar del edificio la cantidad de visitantes hacen difícil el tráfico, el aire a veces falta, retumban las voces de las actrices, cada una lee y representa a una de estas mujeres desaparecidas, algunas hablan de cómo El ángel rubio se las llevó, otras sobre cómo intentaron destruir, sin éxito, a la Asociación de las Madres de la Plaza de Mayo.

Al finalizar cada intervención un aplauso brinda vida, una sonrisa como saludo y el crujir de las pisadas en las pasarelas de madera que se adecuan para transitar. El lugar aún es una prueba de los hechos que ahí se vivieron, por eso  el manejo del sitio es particular. Cuando se termina el recorrido los asistentes se citan en el salón dorado, sentados en el piso, cuando las luces se apagan, se proyectan en las paredes juicios a los genocidas, su estado actual: juzgado, en curso o condenado. De golpe se proyectan los sombríos cuadros de la Junta militar, de golpe los cuadros  caen al piso, una reminiscencia cuando el presidente Néstor Kirchner, el 24 de marzo de 2004, ordenó bajar los cuadros del Colegio Militar de los genocidas Jorge Rafael Videla y Reynaldo Benito Antonio Bignone. Ellos  no pudieron vencer.

ESMA, no es sólo una sigla, es memoria.