Crónicas del enchuspamiento 27

27 de mayo

He sido un lector voraz: leo muy rápido y muchas páginas. Pero solo esos libros que en sus primeras 20 me noquean, despiertan mi admiración por el autor porque encuentro nuevas formas de narrar, de usar el lenguaje, una historia que me atrape y no adivine su final. Si la novela no me atrapa –estoy hablando básicamente de novelas– y si su final está cantado, ejerzo mi derecho a abandonar su lectura.

Por alguna alteración de mi memoria, soy un lector sui generis. Nunca pude recitar nada: ni el padrenuestro, ni el himno nacional, ni un poema. Una desventaja que se vuelve una ventaja. Por ejemplo, he releído «Cien Años de Soledad» varias veces. Solo tengo en mi memoria las líneas argumentales básicas, los rasgos de algunos personajes. Si lo releo ahora, el 90%  será un libro nuevo. A mis estudiantes les contaba libros con una advertencia: «es mi versión. Si lo leen, pueden encontrar que es totalmente distinto». Recuerdo, sí, la emoción que sentí al leer el libro, su significado.

Fui un comprador compulsivo de libros. Hay unos miles en mi biblioteca. Todos leídos. No completamente, porque como decía Umberto Eco, una forma de leer es coger un libro, acariciarlo, abrirlo, ojear y hojear, pasar los ojos por sus páginas, leer algunas frases. Ahora, soy muy selectivo y además no hay esas maravillosas colecciones en que las editoriales nos entregaban semanalmente una joya. También, oh pecado, dirán algunos, leo libros digitales.

Releo. He generado una profunda desconfianza a los libros y autores muy publicitados. No puedo con las sagas de moda, me fatigan, pues no logran mantener mi interés. Releer me demuestra lo que como Pierre Bourdieu dijo: «Un libro cambia porque el mundo cambia» y agrego: un libro cambia porque uno cambia. Obras que me gustaron en mi juventud, hoy las encuentro poco interesantes.

Mi maestro Julio César Londoño dice que: «el buen lector es un vampiro al que ya le cuesta encontrar plasma de calidad. De mil libros que se publican, quizá cincuenta son buenos. De esos cincuenta, quizá veinte estén traducidos al español. De estos veinte, quizá cinco hayan sido escritos para él y quizá uno, si los dioses son propicios, esté en esa librería que hoy recorre con una mezcla de tedio y esperanza». Sospecho que ese libro que anhelo está escrito en lituano.

Guillermo Villegas Rivera         
guillermobuga@gmail.com               
@guillermobuga