El orígen

“Si no me querés te corto la cara, con una cuchilla de esas de afeitaaaar y el día de la boda te doy puñaladas te arranco el ombligo y mato a tu mamá”.

Mamá, ¿por qué están cantando eso tan feo?- pregunté. Tenía yo unos ocho o nueve años y mi mamá trabajaba en un colegio de monjas de Tuluá llamado el Sagrado Corazón de Jesús. Su curso tenía una salida llamada “Convivencia” e íbamos con estudiantes y monjas en un bus. La música sonaba mientras todo el bus menos mi mamá y yo cantaba esa vaina tan horripilante. Creo que difícilmente puede existir una letra menos apropiada para una “convivencia”.

Esta música solo me molesta cuando suena, mientras no suene no; pero con la reanudación de la construcción en el país han empezado a levantar una casa a pocos metros de mi hogar florido y ahí ponen estas porquerías a un volumen tal que me veo obligado a oírlas, situación que exacerba mi fastidio y por eso voy a dejar aquí mis razones.

La pobreza musical y la falta de originalidad

Al oír (obligado por las circunstancias) dicho género (degenero) musical lo primero que resalta es su ramplonería y falta de imaginación. No sé si es porque funcionan con la ley del mínimo esfuerzo o porque el mate no les da para más. los temas se repiten, las armonías y las bases rítmicas son siempre las mismas y los arreglos no pueden ser más triviales, hay cantantes desafinados y lo peor de todo es que ni siquiera son originales. Este estilo musical es una mala copia de lo que en México se conoce como música regional. Es más, muchas de esas canciones que son éxito en Colombia, son tan solo versiones colombianas de canciones aztecas.

Las letras no se quedan atrás. Son lo evidente, la rima fácil, el texto plano y sin elaboración, que no sorprende. Por ejemplo, veamos parte de la letra de una vaina que suena muchas veces todos los días:

“Y a mí me gusta la parranda
 a mí me gustan las mujeres
escucharme una buena banda  
y darle gusto a mis placeres”

Parece una tarea de español, hecha de afán, por un chico poco aventajado de quinto de primaria. Me hacen pensar en Oscar Wilde cuando decía “The man who could call a spade a spade should be compelled to use one.” El hombre que puede llamar pala a una pala debe ser obligado a usar una.

El tema de la vida entregada a los placeres ha sido tratado por la música popular latinoamericana en diferentes canciones y es un tema que se puede abordar desde unas líricas más elaboradas; por ejemplo, veamos parte de la letra de un tango llamado Que me quiten lo bailao:

“¿Qué querés que le haga, hermano?
¡Si es regalo del destino!
¡el afán de ahorrar dinero nunca ha sido mi virtud!
Me electrizan las burbujas y los ojos femeninos
¡desde aquellos dulces días de mi alegre juventud!”

Se refieren los dos al alcohol y las mujeres, pero de maneras muy diferentes, podría seguir buscando ejemplos, pero me tocaría oír esas cosas y a lo mejor me enfermo.

Lo realmente preocupante

Más allá del desagrado estético hay algo que me resulta preocupante y son los imaginarios culturales que vía este tipo de expresiones artísticas se propagan y se reproducen. La idea del alcohol (el chupe le dicen) como la manera principal de darle trámite a las dificultades emocionales es muy dañina; la idea de la traición de la mujer y el despecho es complicada porque propone el establecimiento de relaciones de propiedad entre las parejas. Como ella es mía y se fue con otro, el día de la boda le doy puñaladas. Le doy puñaladas porque además la violencia es la única forma de resolver los conflictos.

Copa aguardientera Guatapé
Copa aguardientera de Guatapé (Antioquia) Foto: Jose Enar Muñoz

Todo esto constituye una mezcla peligrosa y contribuye a la reproducción de formas violentas de relacionarnos con los demás. No en vano las noticias judiciales pasado el día de la madre, son las riñas familiares entre borrachos arrancándose el ombligo. Porque cuando el alcohol y la violencia son las únicas estrategias disponibles para dar trámite a las dificultades de la vida, los sujetos están a un nivel moral apenas superior a los insectos y viven conminados en un círculo vicioso en el que pasan de ser víctimas a victimarios.

En una reciente nota de prensa publicada en el periódico español El País https://elpais.com/elpais/2020/01/09/planeta_futuro/1578565039_747970.html unos investigadores encontraron que de treinta y tres narcotraficantes presos que entrevistaron, veintiocho manifestaban que en algún momento habían guardado la ilusión de cometer parricidio.  Anhelaban matar a un papá que generalmente llegaba borracho a pegarles y humillarlos cuando eran niños.

La música carrilera (de génesis mexicana) hace parte de un entramado sociocultural enfermo de machismo y de alcoholismo; es una música descarrilada y veo con tristeza que a muchos campesinos del país además de la tierra les han quitado parte de su espíritu, les expropiaron el bambuco, el pasillo, la guabina y el torbellino y les dejaron esta bazofia. Mi esperanza es pensar que  nadie es eterno en el mundo y que como todo lo acaban los años,  pronto le demos a este género el último adiós de este mundo o por lo menos que acá enseguida acaben de construir la casa y me dejen en paz.