- El cazador cazado
A cierta edad, creería yo que la más insensata, vamos por la vida buscando el amor; a veces él nos encuentra primero que nosotros a él, lo vemos en una mujer, un nombre, solo en unos ojos, en una sonrisa, en un simple olor o la suavidad de una voz que nos complace, pero hay otras ocasiones en que no deja verse o nosotros no lo vemos y toca seguir buscando y ya en ese punto no hay nada. Porque no podemos buscar lo que ya se ha encontrado o no estamos en capacidad de ver. - Wittgenstein tenía razón
También pueda ser que lo vimos y no nos gustó; es decir, ¡no quisimos el amor! o al menos su representación en alguien. El amor es muy tímido y nunca se nos muestra a sí mismo, sino que establece una correspondencia con nosotros a partir de otros que nos quiere en su nombre. Queremos al amor que vemos en otros, y los otros quieren el amor que manifestamos para ellos; es decir, somos simples intermediarios y el amor se quiere a sí mismo. Quizá por eso al final de las pesquisas cuando el tiempo mengua todo, parecemos extraños con los que nos creímos tan cercanos tantas veces. - La cosa y el nombre de la cosa
Otros casos hay en que cambiamos los nombres y le decimos amor al cariño, amor al beso apasionado, amor al deseo o al abrazo necesario, pero el amor es el amor ¿Cuándo aprenderemos a llamar las cosas por su nombre? Decimos te quiero por temor a que el amor en ese caso sea un espanto, decimos te amo en respuesta de un te amo que nos han lanzado, cuando en realidad es un te quiero camuflado, decimos adiós, queriendo decir te amo, nos marchamos para siempre, pero no nos vamos completos y así vamos, con los nombres equivocados, incompletos o contradiciendo lo que se quiere con lo que se hace. - Heráclito, el río y los contrarios
Como normalmente es de ida y vuelta, en ocasiones no nos damos cuenta que el amor es un río que fluye, o sea, es unidireccional. Digamos que esa es la forma en esa ocasión y no está mal, lo que está mal es no saber eso o que hay que irse cuando el agua de ese río se agota. Porque todo acaba por cansancio, por muerte, por olvido, pero sobre todo orgullo. El orgullo todo lo seca, todo lo termina, todo lo corta. El orgullo es filo, sequía, peste y solo engrandece la fuente que lo emana. Pero al final, cuando se hace sumatoria con la tranquilidad del que no tiene nada qué perder, debemos aceptar que el orgullo es lo único que queda y tiene el sabor de lo satisfactorio. - “La dicha que me fue negada”
Haría falta pensar, a propósito de todo esto, que, tal cual una pandemia, a veces con el virus del amor somos autoinmunes. Solo somos susceptibles de otras formas: la amistad, los besos casuales y los abrazos de las abuelas. Aceptar con tranquilidad que el amor pasional es la dicha que nos fue negada y debemos conformarnos con miradas, el coqueteo, el roce de las manos por vez primera. La prolongación de la felicidad no debe ser un imperativo; a propósito de nombres, valdría la pena buscarle otro a la plenitud diferente al de amor.
Cinco ideas a partir del amor y partir del amor a partir el amor
