En días pasados estaba hablando con una amiga sobre varios temas y en medio del piscolabis se suscitó uno bastante particular que tenía que ver con el tiempo, los grupos indígenas y la serie Dark. En pocas palabras, ella aseguraba que un amigo suyo era capaz de verse la serie, incluso en alemán y entender los intríngulis temporales que la soportan –y vienen a ser uno de sus principales atractivos– sin mayor problema; esto, debido a que dicho amigo es huitoto o emberá o motilón, no recuerdo bien, el caso es que pertenece a una etnia donde el tiempo es visto de manera circular o por lo menos la noción de pasado no existe, en cambio se vive en un eterno presente.

La conversación dio para más y en un ataque de ñoñada mnemosínica recordé a François Hartog, historiador francés muy serio experto en historia griega (helenística, dirán los puristas con mucho acierto). Hartog viene a colación porque habla de un concepto que en Historia es bastante importante y no dejó de ser revelador para mí al conocerlo, este no es otro que Régimen de Historicidad, algo así como la idea que las personas de una determinada época tienen del tiempo, en el caso de nosotros los modernos es una suerte de línea en la que atrás está el pasado, en el medio está el presente y digamos que hacia adelante y en líneas punteadas se encuentra el futuro.

Lo revelador aquí no es ese orden pasado-presente-futuro, sino descubrir que no es el único orden. Esa idea trasnochada y hedionda de que atrás ni pa’ coger impulso porque hay que pensar en el futuro ha sido una de las tantas formas de entender el devenir del tiempo. Es decir, si sentáramos en un sillón a ver Dark a Josué (el de los muros de Jericó), a Chaca Uga, un indígena de la Polinesia y Asdrúbal, siervo de la España feudal, por una parte se matarían a golpes porque salvo el último son bastantes beligerantes, pero también tendrían mayor o menor disposición para entender los entresijos de la serie debido a sus propios Regímenes de historicidad.

Estas diferencias de entendimiento no son solo en relación con el tiempo en sí, de hecho son mucho más cotidianas las discrepancias de la mirada sesgada hacia el pasado sobre elementos en particular; por ejemplo, que antes la gente era más «sana», antes no había tanto peligro, antes la música era mejor… o bien juzgar los fenómenos del pasado con los elementos que tenemos en la contemporaneidad, como el caso de la educación, el acceso a la información o la facilidad de movilidad… error, como señalo, harto usual y peligroso denominado anacronismo.

Retomando la serie, he notado que la trama ha sido bastante peregrina. Los espectadores, aunque fascinados, también se notan confusos, no logran concebir cómo el futuro afectó el pasado y cómo ya estaba allí algo que acabó de suceder, cómo una hija es la madre de su propia madre, cómo un hombre se habla a sí mismo con su yo del pasado que existe en el presente cuando este ha venido del futuro y crecido en el pasado aún más remoto. La circularidad, pues, nos resulta muy ajena porque entendimos el tiempo como una línea que avanza y no se detiene, tal cual afirmé en párrafos anteriores. En todo caso ha sido una oportunidad interesante aprovechar estos problemas para hacer referencias a problemáticas tan propias de la ciencia histórica.

Por supuesto, habrá quién explique la serie (porque siempre se tiene a quien nos explique la serie) a partir de la física cuántica, la teoría de cuerdas o un árbol cronogenealógico dibujado en un cuaderno, cada cual agarra lo que tiene a mano y se da la maña para entender quién es quién joven o viejito. Por mi parte, a propósito de tiempo, solo me queda esperar a que venga el amigo de mi amiga y se vea Dark en alemán y me lo explique en perfecto barasano, arhuaco o totoro, yo qué se.