A raíz de los horrorosos feminicidios en Colombia y la violación en masa de soldados a una niña emberá, quisiera detenerme un momento y veamos que no son casos aislados, no son “manzanas podridas”, son la punta de un problema gravísimo que parece que nos negamos a ver y que tiene una fuerte relación con frases aparentemente inocuas que van de boca en boca.
Los dichos, los refranes, proverbios y otros enunciados de este tipo señalan una enunciación colectiva, de una voz anónima que se actualiza en cada momento en que es proferida. Son, desde un punto de vista, cohesionadores ideológicos y culturales. Si bien hay muchos refranes del tipo machista y patriarcal, quisiera que veamos este: “en tiempos de guerra cualquier hueco es trinchera”. Esta es una cristalización que admite variables y que a veces es usada en distintos sentidos al machista. Sin embargo, tiene un uso común para aconsejar o justificar cierta sexualidad.
A pesar de las variaciones, el dicho mantiene cierta unidad y cierto uso específico: justificar el sexo de un hombre con una mujer. En este contexto, un hombre le dice a otro hombre aquella frase antes o después del acto. Ya sea para aconsejar y llevar adelante el acto, ya sea para justificar lo sucedido.
Según alguna teoría, el proverbio es más connotativo y metafórico y el refrán o el dicho es más denotativo. Sin embargo, estas fronteras en muchas ocasiones son difusas, lo metafórico y lo literal se mezclan. En esta horrorosa frase funciona de ambas maneras. De forma metafórica sosteniendo imaginarios machistas y de forma literal si nos enfocamos en los casos de feminicidios y violaciones. Esto es particularmente evidente en la asociación entre hombre como soldado y los casos como el reciente de los militares contra la niña emberá.
La metaforización de la frase nos indica que “tiempos de guerra” refiere tiempos difíciles para obtener sexo, escasez, etc. Está asociado también a esta idea en la que el hombre no puede pasar días, mucho menos semanas, sin tener sexo. Cuando el deseo sexual del hombre aparece es una fuerza incontenible. “Cualquier hueco es trinchera” refiere que no importa si no hay atracción o incluso consenso, cualquier mujer o “hueco” es, y debe ser, útil para el sexo. La mujer reducida a orificio que encuentra su destino en el “servicio” de otro. El hombre es un soldado que usa la trinchera para resguardarse, para su bienestar y salud. Es un asunto de vida o muerte. En esta visión, connotativa, prevalece la idea de que las mujeres, sin importar cuál o en qué momento, son útiles para tener sexo, no importa tampoco si es consensuado e incluso no importa si es niña para ser sexualizada, violentada, asesinada.
La denotación también aparece porque somos un país donde el ideal masculino toma sentido en torno a la guerra, en torno al conflicto armado. En un país con una guerra de décadas ser hombre y soldado se hace un ejercicio de sinonimia. Además, como vemos a lo largo de la historia, pero con mayor prensa en los últimos años, esto no se queda en las palabras: los soldados van al hecho. Si la mujer no es orificio, no es; si no es sólo sexo no sirve, se la elimina. En esta visión el sexo es guerra, los hombres son aliados, gavilla y las mujeres y niñas meros “huecos” del placer masculino… A costa de todo.
Este tipo de frases atraviesan el decir masculino, llenan discursos, voces y chistes. Orientan las acciones y están implicados en el modo de ver el mundo. Esta voz colectiva funciona como mandato masculino, como voz social que nos susurra que debe haber sexo, no importa con quién, no importa cómo.
Ese ir y venir del refrán da cuenta de la sociedad en la que estamos. Seguirlo usando es adherirse a un juicio colectivo, a una visión en la que hay una guerra de los hombres frente a su “naturaleza” y donde las mujeres son el resguardo pasivo de los sacrificados soldados. Es casi criminal seguir usando este tipo de frases.
Me parece muy interesante y pertinente esta relacion entre el machismo y el lenguaje.
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El texto no debe quedarse en interesante y pertinente. Creo que lo más significativo es, que de alguna manera, empecemos a prescindir y no reproducir muchas “paremias del mal” que usamos sin conciencia de su contenido.
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Los vulgarismos son creadores de los dichos de uso de algunos jóvenes y jovencitas que los llaman a celebrar y a hacer mofa de esto, algunos mayores simplemente lo ve Celebran.
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Muy buena reflexión, «sesuda», cabe el calificativo. A lo que yo agrego que en el caso de los soldados jóvenes que secuestraron y violaron a la niña Emberá-katìa, lo que también hay que cuestionar es la formación que reciben en esos cuarteles durante el primer período de entrenamiento y todos los currículos y materias que componen el pensum de las escuelas militares de todas las Fuerzas y de la Policía. Eso nunca se ha renovado y actualizado al siglo XXI y menos en una situación de post-conflicto. Cuando la Constituyente de 1991, uno de los puntos que tenías que tratar los congregados era la reforma de las FF.MM. que con mucha astucia la fueron dejando para lo último y nos la quedaron debiendo, pues dijeron al final: nonos alacanzó el tiempo para ese punto. Los Escuelas militares y de Policía hay que reformarlas, como sea. Y no les podemos dejar esa reforma a los mismos militares o los partidos de ultraderecha como el Centro Democrático. Mil gracias.
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Al leer tu escrito recordé una conversación de cuarentena con mis hijos adolescentes (pocas en esta edad), acerca del lenguaje inclusivo, el 14 y ella 16 años; ella defendía su punto que no estaba mal hacer cambios en palabras para promover igualdad femenina y ahora más con ciertos géneros como el No-binario, ahí interrumpo y pregunte qué es eso? Ella responde mami alguien que no se siente ni hombre ni mujer. Durante varios minutos de conversación yo seguía procesando en cómo alguien no se siente ni hombre ni mujer
La visión de él era que el lenguaje era el que era; se debe mantener el lenguaje que esos cambios no influenciaban y en muchos casos eran ridículos (cabe anotar los dos criados por los mismos padres y en el medio ambiente)… al final solo logre decir los últimos años hemos avanzado muchísimo en tecnología pero como sociedad seguimos siendo muy primitivos… hubo silencio y continuamos cenando
Para que en realidad se presenten cambios en el sentido de igualdad debemos avanzar como especie y para ello debemos evolucionar, hecho que veo a veces tan difícil. Nuestra naturaleza humana aun continua siendo demasiado primitiva como por ejemplo para aprovechar cualquier hueco como trinchera ante un impulso de nuestro cerebro reptiliano.
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