El pasado 20 de Julio, fue elegido presidente del Senado el Hijo de Fuad Char Abdala. Arturo Char, hermano de Alejandro Char Chaljub, que está casado con Katia Nule, hermana y prima de los Nule e hija del exministro Guido Nule Amín. El nuevo presidente del Senado pertenece a una nueva élite Sirio-Libanesa que se ha hecho al poder político en el Atlántico y en otros lugares de la costa. Al oír los apellidos de muchos políticos se evocan los desérticos paisajes del Oriente Medio. Besaile, Bitar, Merheg, Name, Amín, Turbay y hasta el adivino Hassan Nassar tienen sus raíces en esa región del mundo.

A principios del siglo XX los territorios de Siria, Líbano y Palestina pertenecían a un agonizante Imperio Turco-Otomano que dejó de existir tras la primera guerra mundial. Ese desbarajuste político y económico produjo una gran cantidad de migrantes, y un buen número de ellos llegó a buscar un destino en la costa Caribe colombiana. Habitantes de una región cruzada por la ruta de la seda, los Sirio-Libaneses eran comerciantes milenarios y naturalmente al llegar a Colombia muchos se dedicaron con éxito a dicha actividad.

El éxito económico de la colectividad Sirio-Libanesa (a quienes se refieren también como turcos, debido al pasaporte con el que ingresaron al país) la ha convertido en blanco de críticas abiertas pero también de esas críticas más o menos veladas que traen los chistes. Los cuentos de turcos, así como los de pastusos, borrachos o niños son (o eran) frecuentes en las distendidas conversaciones cotidianas. Ahora mismo recuerdo el cuento del Turco que se encuentra con el guajiro y lo reta:
-Guajiro japuta, te di mi amistad y preñaste a mi hija Baasima, guajiro japuta…
– Ajá turco ¿y cuál es el problema? Si nace niñito le doy 200 hectáreas que tengo allá en Dibulla y 400 cabezas de ganado y si nace niñita le doy tres apartamentos que tengo en El Prado en Barranquilla.
– Ah, guajiro, y si no asta preñada ¿le da atra aportunidad?

Otro cuento que es mucho mejor, lo cuenta don Luis Landriscina en este enlace (no se lo pierdan). El asunto es que siempre se ha caricaturizado y estereotipado a los inmigrantes del Oriente Medio (los mismos chistes los protagonizan judíos en otros lugares) como personas para las cuales la consecución del dinero es su principal propósito en la vida, personas hábiles para vender y para sacar ganancias de todo tipo de situaciones y de ahorrar en gastos innecesarios. No olvidemos que tanto los Sirio-Libaneses, como los judíos y otras colectividades del Oriente Medio fueron culturas que prosperaron gracias al comercio y se desarrollaron en desiertos o semidesiertos, y que para sobrevivir en un lugar tan hostil donde escasea el agua y por tanto la comida, se debe ser muy hábil a la hora de obtener recursos y muy cuidadoso a la hora de gastarlos.

Giovanni Quessep, poeta Colombiano. Fuente: http://www..zendalibros.com

Pero como dice Alfonso Brochero Spath: “Los turcos se metieron a la política cuando vieron que era buen negocio.” Para nadie es un secreto que algunas familias de origen Sirio-Libanés han prosperado gracias a su participación en política, pero no son únicamente ellos, ni se vaya a interpretar esta columna como un ataque a una colectividad que nos ha hecho tantos aportes importantes en la cultura, las artes y el pensamiento.

Los árabes que llegaron a Colombia fueron ingresando a la política como una forma de legitimar su presencia, garantizar el espacio social que requerían y proteger sus derechos y lo hicieron adoptando las mismas prácticas y conductas que son usuales en el país y usadas por todos los políticos.

Luz Marina Suaza

La comunidad Sirio-Libanesa ha traído muchas cosas loables, sin ellos no tendríamos las exquisiteces gastronómicas como los Quibbes o los Mamules, no tendríamos las maravillas de un Raúl Gómez Jattin, de un Giovanni Quessep o de David Manzur. No tendríamos las luces de Juan Gossaín, de Meyra Delmar o Matilde Eljach porque afortunadamente sin que seamos iguales, ellos son nosotros y nosotros somos ellos.

Entendemos que al ser habitantes milenarios de los desiertos tienen otra relación con lo material, los habitantes de la abundancia debemos aprender de ellos la cautela con el gasto, porque el planeta lo reclama, y descartar la pulsión irrefrenable por acumular riquezas. En todo caso podremos seguir tomándonos del pelo y riéndonos de nuestras diferencias, como hacen los buenos hermanos, como hacen los buenos amigos.

ٱلسَّلَامُ عَلَيْكُمْ‎.